En 1563, a iniciativa del obispado Fernando de Villagómez (1562-71), la Ciudad dió 2 solares en el barrio de S. Pablo a fin de que se edificara un hospital para los indios, agregando, a petición de los vecinos del barrio, otros 4 solares en 1590. En su solicitud dicen que necesitan “cuatro solares yermos que están a espaldas del Hospital de Pobres para curar en él los pobres naturales, el cual está empezando a hacer y se va haciendo, y porque la población es grande y cada día va a más, y con los dos solares no es bastante sitio; porque tienen necesidad de hacerse patio y cementerio y casa, para que, cuando los religiosos del convento de Sto. Domingo acudan a administrar los Santos Sacramentos, se recojan.”
Para los dominicos el hospital tenía la ventaja de estar situado en el camino para sus molinos a la orilla del Atoyac. El Hospital de los Indios se menciona en 1608 como situados al extremo de la C. 9 Norte, y en 1626 como término de la C. 11 Norte: “Calle que atraviesa de las casas de Castelán a dar al hospital de los indios.” En 1634 escribe un dominico que, “como vicario de su iglesia y hospital de S. Pablo, tiene a su cuidado 25 indios enfermos en el dicho hospital”. Al quitarse a los religiosos las doctrinas (1640), los dominicos probablemente celebraron un convenio con el obispado, renunciando la administración parroquial, pero reteniendo el hospital como dependencia de su monasterio, pues en 1661, cuando la orden hizo de Puebla una provincia independiente de la México, ya no es hospital, sino convento.
Es curioso el argumento que alega Cerón Zapata (1714) para comprobar la inutilidad de un hospital para los indígenas: “A los de Tezcuco, dice, se dió el barrio de S. Pablo el Nuevo, con título del hospital, para que se curasen todo género de naturales. Pero nunca se puedo conseguir, aunque hubiesen mucha necesidad de curación, por ser (ellos) tan cortos y encogidos, hechos a una pobre estera; porque entrarlos en una cama de colchones aseada y limpia, es ponerlos en un tormento y a morir en breve, extrañando tanto regalo. Es de advertir que esto se entiende con la plebe, que muchos hay de buena razón, y que su trato y modo es como el del más político castellano.”
En otro lugar dice el mismo autor que “el convento de S. Pablo era recolección (casa de retiro para meditar, sometiéndose a reglas más severas) de religiosos ejemplares; hoy (1714) es colegio de estudios; su fundación primera era de indios pobladores”. La iglesia la reedificó el capitán Francisco Alberto Belderrain, quien según un documento de 1678, también costeó el encañado del agua hasta introducirla en el convento, al que se había hecho una merced de agua en 1665. (véase Pl. Mártires de Tacubaya.) En 1850 escriben que “según su extensión y disposición en las celdas y oficinas, (el edificio) podría servir para convento principal.”
En S. Pablo los dominicos entretenían una escuela gratuita, que se cita en 1826, junto con las de los conventos de S. Antonio, la Merced, S. Agustín, el Carmen y Belén, así como de los curatos de S. José y de Sta. Cruz. Ya en los últimos años de la dominación española, el rey Fernando VII mandó, por cédula el 20 de octubre de 1817, establecer escuelas de primeras letras en los conventos de religiosos y religiosas. La única escuela primaria semi-oficial era la de José Bermúdez en el barrio de S. Antonio, cuyo reglamento se hizo por el Ayuntamiento y que, en 1829 se titula Escuela Lancasteriana. En México se abrió en 1822 la primera escuela en que se aplicó el método de enseñanza mutua, introduciendo por el pedagogo inglés José Lancaster (1778-1838), que murió de director de una escuela en Nueva York. El Congreso local manifestó su interés en la enseñanza mutua por su decreto del 6 de diciembre de 1824. Socio de la Compañía Lancasteriana fue el poeta poblano Manuel Pérez Salazar (1816-71).
Los edificios del convento de S. Pablo estaban al Norte de la iglesia, cogiendo la C. 9 N. 1800 y la Av. 20 P. 900. La huerta, que ocupaba la parte occidental de la manzana, estaba cercada de bardas en las tres cuadras. La puerta reglar, mirando al Norte, se hallaba en la Av. 20 P. 900; por " las espaldas del convento" se designaba la C. 11 N. 1800 en 1748. En 1862 el gobernador del Estado Gral. González Mendoza compró el ex-convento por $4.302,92. La iglesia se cerró en 1880 y sirvió para guardar máquinas de vapor y otros utensilios del Ferrocarril Interoceánico de S. Marcos. Hoy es bodega.
Para designar el convento dicen Hospital de los Indios aún en 1722 (véase C. Hospital Viejo) y en 1736 (véase Callejón Jesús). Convento de S. Pablo de religiosos recoletos de Sto. Domingo se escribe en 1696 y 1817, simplemente convento de S. Pablo en 1786 y 1843. Al barrio llaman S. Pablo el Nuevo en 1701, S. Pablo de los Frailes en 1717 y 1849. El edificio de la iglesia, en su estado actual, es conocido por S. Pablito, pero mientras tenía culto, siempre se nombraba S. Pablo, por ej. en el plano de Almazán (1863).
Delante de la fachada de la iglesia estaba una plazuela, cuya parte Sur se ha conservado, transformada en un jardín público que oficialmente se llama Jardín de la Corregidora. Parece que la plazuela es más antigua que el templo, pues ya en el primer Libro de los Censo (1584-89) designan la C. 9 N.- Sur por "Calle que sale del Tiánguez de S. Pablo, atraviesa por la Plaza de S. Agustín", y en su petición de 1590 escriben los vecinos que "dos de los solares que solicitan, corren del mismo hospital que está edificado y que llega hasta la esquina de la calle que sube del Tiánguiz de S. Pablo". En 1602 se hizo merced a Juan Gutiérrez de un pedazo de solar en la Plazuela de S. Pablo para fabricar un portal, noticia que puede referirse también a la plazuela delante del templo del Señor de los Trabajos. La Plaza de S. Pablo se menciona igualmente en 1615. En 1701 la designan por el Tianguis de S. Pablo el Nuevo, y Cerón Zapata (1714) y Veytia (1780) dicen que antiguamente a la Plazuela de S. Pablo la llamaban el Tianguillo. Plazuela de S. Pablo se lee en las Ordenanzas de Flon (1796).
La cuadra se llama Calle de S. Pablo de los Frailes desde el plano de la Guía de 1852; Camarillo escribe además Calle de S. Pablito.
Calle de S. Pablo se nombra también a la adyacente C. 9 N. 1800, desde el plano de la Guía (1852) hasta el de Soto (1915). Véase C. Cruz de Loza.
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