Para señalar la ubicación de casas en la acera Norte de esta calle, se decía en el siglo XVIII: "Frente al costado de la iglesia del Espíritu Santo" (1730), "frente de la puerta del costado de la iglesia del Espíritu Santo" (1759); "Calle que va de la Plaza Pública para S. Roque, frente de la cerca del Colegio del Espíritu Santo" (1781). La cuadra se llama Calle del Costado de la Iglesia del Espíritu Santo en 1829 y en Peña (1835); Calle del Costado de la Compañía en 1830 y en la Lista de 1850, así como ya en las Ordenanzas de Flon (1796), aunque en éstas se atribuye el nombre por equivocación a la C. 4 S. 1 (Espíritu Santo).
En la acera Norte de esta cuadra estaban "las casas grandes" del capitán Hipólito del Castillo de Altra, donde murió la princesa china Catarina de San Juan (1688) y que en 1730 sirvieron de Real Aduana.
Frente a la citada puerta del templo había una casa llamada de la Bóveda (1759, 1791, 1829 y 1840), nombre que llevaban también casas en las Plazuelas de Guadalupe y del Carmen (1834). En 1687 dicha casa de esta cuadra pertenecía al Lic. Diego Peláez Sánchez, racionero de la Sta. Iglesia Catedral. (Este prebendado fue medio-racionero en 1682, racionero en 1685, canónigo en 1693 y murió, siendo maestrescuelas, en 1714.) En el citado año de 1687, sus casas principales, de altos y bajos, frente de la cerca del Colegio del Espíritu Santo, se estaban construyendo de calicanto, y "su fábrica era de bóveda". Hasta hoy se conserva el antiguo techado y la cúpula sobre la escalera.
Parece que por ese edificio le vino a esta cuadra, lo propio que por la casa del mismo nombre a la calle junto a la Plazuela de Guadalupe, la denominación de Calle de la Bóveda, que se usa en 1819 y 1823.
En la referida Casa de la Bóveda, núm. 10 (406), que aún en 1840 continuó siendo propiedad particular, se instaló la Academia de Primeras Letras y Dibujo. Fundada por el presbítero y catedrático del Seminario Palafoxiano José Antonio Jiménez de las Cuevas, el 25 de julio de 1813, habiéndose concedido la licencia correspondiente por real cédula del 28 de marzo de 1812. (La Academia de bellas Artes en México data ya de 1779.) En el instituto poblano aprendían los jóvenes dibujo, modelado y grabado.
A pedimento de la Junta de Caridad que regenteaba el plantel, la Ciudad, por acuerdo del 6 de abril de 1812, concedió a éste una paja de agua. una alcantarilla para tomar el agua del caño que iba al hospital de S. Roque, se hizo en frente, en la pared del Carolino. El título definitivo de la merced, fechado en 25 de febrero de 1813, lleva el sello de la Ciudad y se conserva en la Academia.
El Congreso local confirmó la Academia el 24 de mayo de 1824, y destinó al “pupilaje de enseñanza de primeras letras” la antigua Casa de Ejercicios del Espíritu Santo, ocupada entonces por la milicia (véase C. Alatriste). El nombre del plantel era: Casa de Academia para la buena educación de la juventud. Siguió estando bajo la dirección de la Junta Nacional de Caridad. El 16 de septiembre de 1827 se abrió en un local del Colegio del Espíritu Santo el Museo de Antigüedades de Puebla y Conservatorio de Artes y Oficios, debido a la iniciativa de José Manso a su regreso de Europa. Por decreto de 1849, el Museo se incorporó a la Academia, cuyo plan de estudios, por el mismo decreto, se amplió considerablemente y que desde entonces se titula Academia de Educación y Bellas Artes (1852 y 1896). En 1852 el instituto comprendía: “dos escuelas gratuitas de primeras letras para niños, y una para niñas; una escuela nocturna para la enseñanza de dibujo y otra de la misma enseñanza para niñas”. En el propio año fueron directores José Manso y el pinto Julián Ordoñez, que daba clases de dibujo. En 1856, según el plano de Ponce, el Museo ya estaba instalado en el edificio de la Academia. En 1926 separaron de la Academia el Museo, colocándolo, el 5 de mayo, provisionalmente en el Hospicio y el 16 de septiembre del mismo año, en la casa del Alfeñique.
En la casa contigua, núm. 8, el padre jesuita Francisco Javier Cavalieri, fallecido en 1878, fundó en 1872 el Colegio Pío de Artes y Oficios, en que se publicó el semanario católico El Amigo de la Verdad. Cuando el instituto se trasladó a la antigua Portería de la Concordia (1903), el Convictorio, antes establecido en la Calle de Cholula, ocupó esta casa junto con la vecina núm. 6.
Calle de la Academia escriben en una lista de tiendas de 1848.
Otro nombre de la cuadra era Calle de la Compañía, igual al de la cuadra anterior 200, el cual se usa en 1791 y 1805, ambas veces para señalar el sitio de la casa de la bóveda, así como en el padrón de 1832. También se decía Calle de S. Roque (1865) o “Calle de S. Roque o (y) Bóvedas de la Compañía”, como escriben en 1846 y en la nomenclatura de la Guía de 1852, refiriéndose esa denominación doble a las cuadras 400 y 600, antes de abrirse la Calle de Alatriste. Calle de las Bóvedas de la Compañía es la denominación en los planos del siglo XIX.
Bóvedas en los templos, sobre la tierra, para sepultar los cadáveres existían también en Sta. Clara, S. Pedro, Sto. Domingo y Belén (véase C. Bóvedas de Belén). De “la bóveda de la Compañía” ya habla Cerón Zapata (1714) y la misma localidad hace un papel importante en la fuga del Dr. José Ignacio Couto. Este, de la muy conocida familia Couto en Orizaba, fue cura de S. Martín Texmelucan, pero después, al igual de su hermano el coronel José Antonio Couto, fungió de jefe de los insurgentes. Defendió el fuerte de Palmillas cerca de Huatusco (Veracruz), cayó prisionero cuando el coronel Francisco Hevia se apoderó de ese punto en 1817, fue llevado a Puebla y como eclesiástico, encerrado en la cárcel del obispado Condenado a muerte y en vísperas de ser ejecutado, logró fugarse, despojando de sus ropas a un sacerdote que había entrado con objeto de visitar a un preso, y salió de su clausura, pasando entre sus guardianes sin ser conocido ni molestado por ellos. Una vez fuera, fue a ver al Lic. José Manuel de Herrera, cura de Huamuxtitlán, quien, siendo también insurgente, se había acogido al indulto y entonces era catedrático de teología en el Colegio Carolino, escondiéndole éste en la bóveda subterránea de los sepulcros de la iglesia del Espíritu Santo. Su fuga hizo gran sensación en Puebla. Después los dos hermanos se indultaron.
Al Oriente del templo está la biblioteca del Colegio del Estado, llamada Lafragua en honor de su fundador. Antes el salón era el refectorio de los jesuítas. Entre él y la iglesia estaba la cocina, de la cual subsiste el lavabo con su dotación de agua. En la biblioteca. arriba de los estantes del segundo piso, están colocados los retratos de nueve poblanos ilustres: 1o. Lic. José María Lafragua (1813-75, véase C. Lafragua). 2o. Lic. Mariano José Fernández de Echeverría y Veytia, el historiador (1718-80, véase C. Echeverría). 3o. Lic. Joaquín Cardoso, contemporáneo y amigo de Comonfort; murió de magistrado de la Suprema Corte de Justicia en México hacia 1875. 4o. El obispo Francisco Pablo Vázquez (1769-1847, véase C. Conejos). 5o. El poeta erótico Manuel Flores (1840-85; nació en S. Andrés Chalchicomula). 6o. El botánico Antonio Cal (1766-1833, véase C. Obispado y Jardín Botánico). 7o. El artista José Manso (1789-1863, véase C. J. Manso). 8o. Lic. José Mariano Marín (1782-1863, véase C. Lafragua). 9o. El médico Miguel Jiménez (1813-76); nació en Amozoc. Los retratos se hicieron en 1885, al inaugurarse la biblioteca, por iniciativa del presidente del Colegio Lic. Miguel Serrano, hermano del Dr. Rafael Serano.
En 1889 se puso a la cuadra el nombre oficial de Calle de Francisco Morales. Francisco Morales Van den Eynden nació en Atlixco el año de 1811. Sus padres fueron José Antonio Morales y Dolores van den Eynden. Vino todavía niño a Puebla, donde recibió su instrucción en la citada Academia de Bellas Artes, bajo la dirección de Julián Ordoñez. A su pincel se deben “más de 3000 cuadros, todos de mérito indisputable”; muchos de ellos se hallan en los templos de esta Ciudad, por ej. en la Concepción. Hizo también, en unión de Luis Garcés, las miniaturas y adornos del tomo que contenía la oda compuesta por el notable poeta poblano Manuel J. Pérez Salazar y Venegas (1816-71) en honor de Maximiliano y que le fue presentado cuando su estancia aquí en 1864. (Don Everardo, hijo del pintor, poseía una lista detallada de un gran número de sus obras.)
Fue director de la Academia desde 1859 hasta su muerte. Fungió también de regidor y de diputado al Congreso local. Según la Guía de 1852, vivía en la Calle de S. Roque, tal vez, pues, en esta misma cuadra. Pero la mayor parte de su vida pasó en la casa del Alfeñique, Calle de Raboso, que había levantado su abuelo Juan Ignacio Morales y que después perteneció a su padre y sus hermanas. A don Francisco le tocó una parte de la hacienda de S. Alejo, Atlixco. En los últimos años vivió en la casa núm. 8 de la Calle de Raboso, donde hoy está el Correo. En 1850, siendo regidor (1850-51), fundó un orfanatorio para los niños cuyos padres fueron víctimas del cólera, y un colegio para niños titulado de S. Vicente y que subsistió en 1886. Este último puede ser idéntico con la Academia de Dibujo, que en 868 estableció en el barrio de las Piadosas. Murió en 1884.
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