En 1548 el Ayuntamiento mercedó (regaló) al regidor Hernando de Villanueva, alcalde en 1555, un solar, para hacer en él una ermita dedicada a Ntra. Sra. de los Remedios. Ese solar estaba situado “en el camino real que va a Atrixco, junto a él en esquina, a mano izquierda, como se sale de esta Ciudad”, sirviendo entonces la Calle 16 de Septiembre de salida para (el Portezuelo, 1681, y) Atlixco.
El año siguiente (1549) se amplió la donación, destinándose al mismo objeto 3 solares. Según una tradición que refieren Cerón Zapata y Veytia, el regidor, lidiando un toro y estando en peligro de muerte, escapó milagrosamente, invocando a Ntra. Sra. de los Remedios, en gratitud de lo cual erigió esta ermita y colocó su imagen en ella. “Así está pintado el suceso en un lienzo a la mano derecha a la entrada de la iglesia.” Para que la ermita estuviese mejor asistida, la cedió Villanueva en 1552 al gremio de los sastres que en 1554 erigieron una cofradía.
En 1586 vinieron a Puebla, después de haber establecido su primer convento en México, los carmelitas descalzos, como la última de las cuatro grandes órdenes mendicantes (carmelitas, agustinos, franciscanos y dominicos). La orden debe su nombre a la montaña del Carmelo en Palestina, donde tuvo su origen en el siglo XII, recibiendo su regla por S. Alberto, italiano, patriarca de Jerusalén de 1203 a 1214, la que fue reformada en España por Sta. Teresa con ayunda de S. Juan de la Cruz (1568), constituyéndose los carmelitas descalzos.
Obtuvieron del obispo Diego Romano (1578-1606) la capilla de los Remedios, y la Ciudad les concedió 3 solares más, donde construyeron su convento y suntuosa iglesia bajo la misma advocación.
Después de la exclaustración de los frailes, el edificio del convento sirvió de cuartel. Sobre la clave del arco gótico que mira al Norte, hay una figura rombal en que dice: 8o. BATN. EN 1874. Entonces probablemente se construyeron los curiosos lavaderos y estanques en el interior, y se transformó la fachada.
En el plano de Medina (1754) se ve que el convento abarcaba al Sur de la plazuela por lo menos 4 manzanas, en que había una capilla independiente, y Veytia cuenta que los religiosos sacaban considerable provecho de la venta de las peras, teniendo una espaciosa huerta de perales, cuyas plantas las habían traído de su finaca en el pueblo de S. Angel, cerca de México. En los primeros planos de Careaga (1856 y 1863), el terreno al Sur del convento está marcado como Huerta de las Peras. Parece que los carmelitas, en conformidad extraña con la etimología de su nombre (Cármel en ebreo ‘viña’), tomaban mucho interés en la agricultura, pues se les atribuyó la introducción de la alfalfa en Puebla, casi desconocida hasta fines del siglo XVIII que, substituyendo los sembrados de alcacer (cebada verde para el pasto), han hermoseado nuestros alrededores.
“Alfalfa y cebada verdes” se mencionan en 1819, una “huerta para sembrar alfalfa” en 1823, y en 1835 dicen que los terrenos de los molinos circunvecinos estaban sembrados de alfalfa y cebada verde. Sin embargo, ya Vetancurt (1698) habla de las huertas “de alfalfa y alcacer”.
También en los países septentrionales de Europa se deben los progresos de la horticultura a las órdenes religiosas.
Para el riego de sus terrenos, la ciudad les había hecho a los carmelitas merced de una parte del agua sulfurosa del Ojo del Matadero (Paseo bravo) ya en 1586, año de la fundación de su convento, concediéndoles más tarde también parte del agua del ojo de S. Pablo. Al mismo tiempo (1586) se les concedió un manantial que brotaba en la falda oriental del cerro. Hoy de Guadalupe, a media legua al Oriente de la Ciudad, y que tal vez es idéntico con la Caja del Carmen, situada, según el plano de 1883, en el cauce del río de Xonaca, cerca del rancho de Oropeza. Según Cerón Zapata (1714), las obras para conducir esta agua al convento, de las cuales tratamos en otro lugar (C. Cuauhtémoc), costaron más de $20.000.
El convento colindaba al Poniente con la Calle de la Puerta Falsa del Carmen (C. 16 Sept. 1700), mencionada en 1821, pero titulada Calle del Arbolito en el padrón de 1832 y Calle de la Rinconada del Carmen en la Lista de 1850. Aquí y en la mitad de la manzana inmediata establecieron los religiosos en 1844 el Panteón de Sta. María del Carmelo, contiguo al atrio de la iglesia. Las “bóvedas del Panteón del Carmen” se citan en 1849. Aunque una ley, dada ya en 1827 en conformidad con los deseos de los devotos, prohibió sepultar en el interior de las iglesias, práctica antihigiénica que convirtió los templos “en depósitos de corrupción” y que contribuyó mucho a la propagación de las epidemias, se seguía enterrar en los templos, por ej. en la capilla de los Mixtecas, hasta que en el citado año de 1844 se empezó el panteón del Carmen, en 1848 el de S. Francisco y en 1849 el de S. Antonio así como por los mismos años los de la Concordia y de la Merced, todos o en su mayor parte de gavetas, en imitación de las catacumbas cristianas de los tres primeros siglos de nuestra era. Las gavetas son semejantes a los loculi, con la diferencia de que se las practicaba verticalmente a la pared, como las celdillas de un panal, en cambio de que los loculi estaban paralelos al muro. Según un decreto de 1826, la extensión de un cementerio había de corresponder al triple del número de muertos que hubiera cada año, por necesitarse tres años para la descomposición pútrida de un cadáver; no se admitía féretros de plomo.
Ese sistema se usó hasta 1878, año en que prohibieron las gavetas y se establecieron panteones provisionales en los atrios de S. Sebastián, S. Matías, S. Miguelito, Sta. Ana y S. Juan del Río, hasta que se estrenó el Panteón Municipal en 1880.
Según una descripción contemporánea del panteón del Carmen, los cuatro corredores que lo cerraban, tenían 100 varas (83,8 m.) de largo, sobre 3½ (3 m.) de ancho; 96 columna góticas sostenían otros tantos arcos del mismo orden, de 5 varas (4,2 m.) de altura sobre 3 (2,5 m.) de ancho. En las paredes había 5 órdenes de gavetas para adultos y 2 para párvulos, coronadas con una pequeña cornisa. Estas formaban el fondo de los corredores. El plano era de figura octágona, con árboles y flores en el centro. La magnífica portada de orden dórico era casi igual a la del panteón de S. Antonio, tocante al dibujo. Arriba del arco se veían, separadas por un ánfora, dos estatuas acostadas, vulgarmente llamadas las Lloronas o Comadres; según la creencia popular, se peleaban desde las 8 de la noche. En 1880 el panteón se clausuró, y se derrumbó en 1981, cuando se efectuó la exclaustración definitiva de los carmelitas. Hoy quedan sólo ruinas. La “antigua salida para Atlixco” (C. 16 Sept. 1700) está abierta, en los lados Norte y Sur del terreno están los arcos, y en las paredes se ven los vestigios de las gavetas en forma de cuadrados, semejante a un tablero de ajedrez. Parece que el corredor Poniente nunca se terminó.
En el Museo Regional se conservan las momias de una señora y un niño, que se encontraron en este panteón. En la Plazuela del Carmen, según Veytia, se hacían antiguamente corridas de toros, y la referida tradición sobre el origen de la ermita puede estar relacionada con esta costumbre. En 1603 se hicieron portales, que en 1754, según el plano de Medina, ya habían desaparecido. Del agua que se había conducido al convento, dieron los religiosos una parte a los vecinos del barrio. Por eso se construyó, en 1603 una alcantarilla de piedra en la esquina de la plazuela, que se menciona varias veces (1721, 1737 y 1771; “la cantarilla”, 1705), escribiéndose “Calle que va de la alcantarilla del agua al barrio de Santiago”, en 1799. En 1606 se puso en la plazuela la pila, hecha de cantaría, que antes estaba en el convento, pagando los vecinos el precio a los religiosos. “La alcantarilla y pila que está en la esquina del convento del Carmen” cítanse en 1704. Esta fuente que se ve también en el plano de 1754, se trasladó en 1911 a la Plazuela del Parral, pero ya no existe.
En la esquina del convento. Av. 17 Or. 1, había una estampa (1714).
En el siglo XVIII la plazuela servía de paseo, teniendo su arboleda, como vemos en el plano de 1754. El jardín actual se inauguró en 1912, su denominación oficial es hoy Jardín de Cuauhtémoc.
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