La fundadora del convento de monjas dedicado a Sta. Inés del Monte Policiano, fue Jerónima de Gamboa, viuda de Diego Franquis Serrano, la que, habiendo obtenido en 1620 la licencia correspondiente del virrey y del obispo Alonso de la Mota (1606-25), construyó los edificios al año siguiente. En 1626, con muchas festividades públicas, tomaron posesión del nuevo monasterio algunas religiosas de Sta. Catarina que tenían las mismas reglas, siendo ambos conventos de la orden de Sto. Domingo, bajo la jurisdicción del obispo. Por ser el templo primitivo muy chico, el canónigo Florián Reynoso edificó un nuevo, que se dedicó en 1663. Según los ‘Anales’, se bendijo en 1667. Sta. Inés (1268 o 1274-1317) murió abadesa del convento de su ciudad natal de Montepulciano (Toscana, Italia), al cual dió la regla de Sto. Domingo. Florián Reynoso Sarmiento fue medio-racionero en 1651, racionero en 1660, canónigo en 1670 y murió después de 1684.
En esta cuadra estaba la portería (1702) y la sacristía (1704), hallándose la puerta reglar a la espalda, en la Av. 11 P. 300. “La portería de un convento de monjas era una pieza extensa, de gran portada a la calle, y con dos grandes puertas en su interior, cuyos umbrales nadie traspasaba sino en casos excepcionales. Una estaba casi siempre cerrada, y la otra abierta durante las horas del día que permanecía franca la de la calle, pero con un cancel de dos puertas, de poco más de una vara de altura y tras del cual se veía a las criadas de las monjas departiendo con las mandaderas del convento, de puertas afuera, hallándose muchas veces presentes la madre portera y la que la acompañaba para oír los recados que enviaban y recibían las monjas y las conversaciones que podían tenerse, razón por la cual era conocida por el nombre de la Madre Escucha. Tal práctica no era observada por la Brigadas y demás recoletas, las que sólo se entendían con personas de afuera por el torno que era de uso general en todos los conventos. Era éste un aparato de madera, hueco y de forma cilíndrica, colocado en una ventanilla practicada en la pared y dividido en varios compartimentos por tablones horizontales y verticales, los cuales, de dos en dos, formaban ángulos diedros de madera que, al girar sobre su eje el aparato para transportar de afuera para adentro y viceversa los objetos que se colocaban en las tablas horizontales, en todos los casos las verticales interceptaban la vista de los interlocutores." Es preciso conocer estos detalles para entender el siguiente conflicto.
"El día 11 de febrero de este año (1772) fue el alboroto de las monjas de Sta. Inés sobre la vida recolecta (retirada) que unas querían seguir y otras no; pedían auxilio por las azoteas y repicaron las campanas, y a otro día amanecieron sus puertas tapeadas.” Esas disensiones entre las religiosas que preferían seguir las reglas más rigurosas y las que querían vivir con más comodidad, duraron hasta que, en 1774, “vino el Sr. Arzobispo de México, comisionado para los negocios de monjas de vida común. Se hospedó en el convento de S. Antonio, restituyó a las monjas de Sta. Inés su portería y rejas (véase C. Leona Vicario); y remitiendo las diligencias a España por el mensual, se perdió la mula con los cajones en una de las barrancas que hay entre Acajete y el Pinar.” Veytia refiere lo siguiente: “El obispo Fabián y Fuero (de 1765 a 1773,año en que aceptó el arzobispado de Valencia) emprendió a reducir a vida común (de reglas más rigurosas) a los cinco conventos de religiosas descalzas de su filiación, que con Sta. Catarina, la Concepción, S. Jerónimo, Santísima Trinidad y Sta. Inés, y sin embargo de repugnarla muchas religiosas de todos ellos, se estableció la vida común, dando principio a ella el primero de adviento de 1769... Pero esto originó turbaciones e inquietudes, así en su gobierno como en el de su sucesor Victoriano López González (1773-86; había venido de España con el obispo Fuero), y aún (1780) no han terminado. (Lo que sigue, está tachado en el manuscrito:) Vino en 1773 con especial comisión de su Majestad (Carlos III) el arzobispado de México Alonso Núñez de Haro, para explotar la voluntad de las monjas, sobre si fueron libres o forzadas a aceptar la vida común, y habiendo hecho las averiguaciones, volvió a ponerlas sobre el pie en que antes estaban." Cierto es que en fin se ejecutó la dispuesto por el obispo y que en 1835 se observaba en esos cinco conventos la vida común, sólo en Sta. Clara, que estaba sujeto al provincial de la orden de S. Francisco, había tal vez algunas religiosas que observaban la vida particular.
La manzana del convento carecía casi completamente de habitaciones, sólo al Sur completamente de habitaciones, sólo al Sur de la plazuela había la casa núm. 1; dos en la C. 3 S. 900, la núm. 3 para el sacristán y la núm. 5, y a la vuelta la núm. 2 de la Calle de Chinitas, todas propiedad de las religiosas.
La cuadra se llama: Calle del Costado de Sta. Inés en 1806; “Calle del Costado o Portería de Sta. Inés” en 1856; “Calle de la Sacristía o Espaldas de Sta. Inés” en 1865: Calle de la Portería de Sta. Inés en los padrones de 1821 y de 1832 y desde el plano de Ordóñez (1849) en adelante.
Otra denominación era Calle de la Manzarrona, pues la casa en la esquina de la C. 5 S. 700 (Pitiminí) era la de la Manzarrona (1820). En los padrones de 1821 y de 1832 se leen los dos nombres: “Calle de la Portería de Sta. Inés o de la Manzarrona”, y ya en las Ordenanzas de Flon (1796) hay una Calle de la Manzarrona, aunque, por equivocación, el nombre se atribuye a la cuadra siguiente, Av. 9 P. 500 (Andrade). Con el mismo nombre figura esta cuadra 300 en el padrón de tiendas (1816) y en la maqueta más antigua.
A la casa núm. 3 (309), probablemente la antigua portería, se trasladó en 1888 el Asilo de Mendigos, fundado en la C. 9 N. 1 (S. Marcos), esquina de la Calle del Rastro, el 1o. de septiembre de 1879 y titulado desde 1891 Asilo Particular de Caridad y desde 1926 Asilo Particular de Caridad para Ancianos. En 1896 estaba a cargo del presbítero Yermo y Parres, fundador de la Misericordia (C. S. Juan del Río), atendiendo a ambos institutos las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús. El presidente de la junta directiva fue desde 1891 el Lic. Antonio Pérez Marín.
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