Calle de Lafragua. Avenida 3 Poniente 100

Antes le llamaban a esta cuadra Calle de los Herreros, nombre con que, desde el primer Libro de los Censos (1584), se designaba toda la línea de la Av. 3 P. Oriente: "Calle de S. Agustín, que se llaman de los Herrero." Probablemente es idéntica con ésta la Calle de los Herradores, que se menciona en el derrotero de la procesión de 1555: "...e que por aquella calle vuelva a su iglesia que es la Calle de los Herradores del camino de México." 

Calle de Lafragua a fines del siglo XIX, vista desde el Zócalo. -Un farol colgante.

En efecto, según el Cabezón de 1613, vivían en esta línea de calles 6 herreros, 1 herrador, 1 arcabucero, 1 espadero y 1 cerrajero. En la cuadra 700 (tecali) existió aún en 1758 "una casa contrato de herrería, con 4 fraguas, de Manuel Moreno, maestro herrero". Una prueba de que esa industria floreció en Puebla hasta en la segunda mitad del siglo pasado, en la espada embutida de oro, obra del armero Nicolás León, que regaló el Ayuntamiento a Maximiliano, durante su permanencia aquí en junio de 1864.

En el siglo XVIII se limitó el nombre a esta cuadra 100. En 1737 y 1759, por ej., escriben bajo el derrotero de Calle de los Herreros: "... en la primera cuadra que llaman de los Herreros." Es uno de los relativamente pocos ejemplos de que en los Libros de los Censos se distinguen las cuadras por números.

 En esta calle tenían su casa, a principios del siglo XVII, el carpintero Juan Gómez de Melgarejo y Antonia Sánchez de Prados, su mujer. En 1601, don Juan arrendó una casa vecina en la misma calle para establecer "un corral donde se hacen y recitan comedias", concediéndosele el monopolio en este ramo en 1602. El sitio era muy apropiado, estando inmediato a la Plaza Pública. En 1613 el carpintero tuvo un conflicto con el Ayuntamiento que le prohibió continuar las funciones. Solucionado el asunto, el Ayuntamiento, en 1617, exigió que se le aderezara un aposento especial para los regidores, con escaño para asientos, una escalera de madera para subir, una puerta con llave, la cual tuviera el portero del Cabildo. (Del mismo privilegio gozó el Ayuntamiento más tarde en el Coliseo de la Calle de S. Roque, y el palco con llave que tenía el intendente Flon en el Coliseo Nuevo, hace un papel importante en una  anécdota que nos narra el Sr. Eduardo Gómez Haro.) Pero al carpintero Melgarejo, no obstante, le quitaron su licencia ya al año siguiente, confiriéndola al regidor Felipe Ramírez de Arellano. (Otro miembro de esta familia, don José, fue arrendatario del Coliseo en 1773-75.) Figurando el carpintero en el Cabezón de 1627 como domiciliado en la Av. 4 P. Oriente, sería posible que se le debiera también la fundación del teatro que, a fines del mismo siglo, subsistió en la Av. 4 P. 100 (Artista).

La Calle de los Herreros fue una de las principales de la Ciudad. Hacia 1746 ya había en ella casas "con entresuelos" o de tres pisos, adelanto en que entonces participaban sólo las Calles de Mercaderes y Mesones. En las mismas tres calles, y en la del Alguacil Mayor, se erigieron los 4 arcos triunfales a Maximiliano en 1864, formando las otras tres calles la continuación del camino de Veracruz, y la calle de Herreros una de las salidas para Cholula. La última calle fué entre las primeras que se empedraron (en 1599), un asunto que después ha tropezado con muchas dificultades. 

Veytia (1780) refiere que el gobernador Tomás de Rivera y Santa Cruz (1761-63), imitando el ejemplo dado al mismo tiempo por Madrid a la iniciativa del rey Calos III, intentó empedrar todas las calles a costa de los dueños de las casas, pero que no pudo conseguirlo por la oposición de los frailes. A principios del siglo XIX, por iniciativa del intendente Flon (1786-1811), el Cabildo se ocupó con la pavimentación de las calles; sin embargo, en el informe que rindió el arquitecto Antonio de Santa María Incháurrigui en 1805, se lee: “…las piedras han perdido ya su situación; ya las que quedan, a más de vacilantes, sólo franquean al público tropezones, riesgos e indecencias; sólo sirven para depósito de agua, cieno y otras inmundicias; ya las lluvias, robando el terraplén, descubren todos los días la atarjeas, y el tráfico continuo de los coches y las bestias, rompiendo sus tapas, las ensolvan (azolvan) y descomponen con frecuencia. Apenas hay calle que en este lastimoso estado no aparezca.” Como remedio provisional, se construyeron, al año siguiente, tres cintas en cada calle para que quedaran cubiertas las losas de las atarjeas, que sirviendo de drenaje, estaban en medio de las calles. En 1806 se hicieron igualmente las pasaderas o galápagos, para facilitar el tránsito de una acera a otra y para evitar que en tiempo de lluvias, los transeúntes tuvieran que pagar el medio (real) que daban para que los pasaran cargando (véase el grabado Pl. S. Francisco). 

Tres de esas pasaderas subsisten en la C. 14 N.-Sur, en las encrucijadas de las Calles de la Acocota, de la Luz y de la Barranca, la mayor parte de las demás desapareció a principios de ese siglo.

En la época independiente, reanudó los trabajos de pavimentación el gobernador Manuel Gómez Pedraza, el mismo que indebidamente fue separado de su puesto en 1824, por supuesta falta de habilidad en la persecución de los salteadores, y que en diciembre de 1832 tomó posesión de la presidencia de la República en la Sala del Congreso de esta Ciudad. En 1824 quedó empedrada la Av. 2 Or.-Poniente, de la Iglesia hasta la Luz (véase C. Luz). La pavimentación actual con asfalto, adoptándose el sistema Mac Adam, se efectuó en el período del presidente municipal Francisco de Velasco (1907-10). 

El nuevo nombre de la cuadra, Calle de Lafragua, que se lee en el plano de 1883, se dió en 1877 a petición del regidor Antonio Pérez Marín. En 1813 nació en la casa núm. 8 de esta calle José María Lafragua. Su padre, del mismo nombre, capitán y uno de los prominentes personajes de Puebla, falleció en el propio año, víctima de la epidemia, por haberse dedicado al cuidado de los enfermos. El Huérfano cursó el Colegio del Espíritu Santo. Siendo un joven de 20 años, entusiasmó con sus versos a las masas durante el sitio, que en 1834 sufrió Puebla y su gobernador Cosme Fúrlong de parte del gobierno de Santa Anna, por su adhesión a las ideas liberales. Recibido de abogado en 1835, Lafragua se dedicó a la literatura, redactando varios periódicos. Habitaban en la Calle de Victoria una casa del convento de la Santísima, probablemente núm. 16, hasta que, en 1841, fué electo diputado al Congreso en México por el partido federalista, sufriendo varias persecuciones por Santa Anna a causa de su credo político. En 1848 fué senador (véase C. J. Múgica) y abajo Comonfort (1856 ó 1857) ministro de Gobernación. De 1857 a 1860, durante la guerra de los Tres Años, estuvo en España como embajador. Nombrado Primer Magistrado de la Suprema Corte de Justicia en 1867, redactó los Códigos Civil y Penal; fué director de la Biblioteca Nacional y catedrático de Historia en la Escuela Preparatoria, y últimamente ministro de Relaciones hasta su muerte acaecida en 1875. En su testamento legó gran parte de su biblioteca y de su fortuna al Colegio del Estado, con que se formó la biblioteca pública, instalada en ese instituto y llamada en su honor Lafragua.

José María Lafragua. Cuadro en la portería del Colegio del Estado.

 Abrióse al público en 1885. La lápida ovalada de mármol, colocada en la fachada de la casa núm. 116 (8) el 2 de abril de 1878, a petición del citado regidor, reza:

JOSE Ma. LAFRAGUA.

Habil Jurisconsulto. Insigne diplomático.

Virtuoso Ciudadano.

Nacio en esta casa dia 2 de abril de 1813.

A la memoria de este Ilustre hijo de Puebla.

EL AYUNTAMIENTO DE 1878.

La casa núm. 11 (123) de esta cuadra, a fines del siglo XVIII, se llamaba de los Mascarones, porque en su fachada tenía dos grandes bustos toscos de cantería de medio relieve. En 1832 perteneció a la obra pía de Nicolás Marín. Aquí nació, en 1782, José Mariano Marín, que, habiendo estudiado derecho en el Seminario Palafoxiano, se examinó de abogado en 1806 y perteneció al primer Congreso nacional mexicano, como cuyo presidente resistió, aunque en vano, a la orden de disolución dada por el emperador Iturbide (1822). Siendo senador, en 1828, se opuso a la expulsión de los españoles. Vencida la resistencia del Cosme Fúrlong en 1834, fungió de gobernador el Gral. Guadalupe Victoria, antiguo presidente de la República, hasta que, el 15 de diciembre del propio año, el Lic. Marín, por ministerio de la Ley encargóse del gobierno del Estado, como consejero más antiguo. En el curso del mes de enero de 1835 le sucedió como gobernador el comandante de Puebla Gral. Manuel Rincón. A fines del mismo año de 1835, el presidente de la República José Justo Corro le nombró consejero del Estado. En 1836 fue de nuevo gobernador interino de Puebla, entonces Departamento, como vocal más antigua de la Junta Departamental. Después sirvió el cargo de presidente del Supremo Tribunal de Justicia en Puebla hasta su jubilación en 1855. Murió en 1863. Su retrato se encuentra en la citada biblioteca de Lafragua entre los de los poblanos ilustres. 

(Distinto es el Lic. José Antonio Marín, que por decreto del Congreso de 4 de septiembre de 1861 fué declarado benemérito del Estado, por haber salvado el día 1o. del propio mes de septiembre esta Capital de las invasiones de los reaccionarios, siendo presidente de los Tribunales Superiores y estando encargado del Ejecutivo durante la ausencia del gobernador Alatriste).




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