Según la Cartilla Vieja (1781), se construyó este puente en 1626. Cerón Zapata (1714) y Veytia (1780) refieren que “consistía en un principio de dos vigas, que se quitaban cuando había temor de la avenida, sin pasamanos, sólo para gente de a pie, que hizo poner Pedro de Torija por tener un trapichuelo en aquel Alto (Analco), lo que fue motivo a darle el nombre de Torija”. Bermúdez de Castro (1746) le da a Pedro de Torija el título de capitán y dice “obrador” en vez de “trapichuelo”. (Aunque aquí se entendía por ‘trapiche’ una tocinería, significaba la misma voz que en Querétero ‘obraje pequeño’.) Una casa de un miembro una casa de un miembro de la propia familia estaba a la orilla derecha del río, pues en 1684 escriben: “Analco. Calle que sube de la curtiduría y Puente que llaman de Torija”, y en 1702 se dice que las casas “que fueron de Gabriel de Torija”, estaban situadas entre la orilla del río y la acequia, dividida de ésta por dos casas, probablemente, pues, junto al puente. A esa casa, que desde 1710 perteneció a los dominicos de Oaxaca, se le debe el nombre de Puente de Torija, que es muy corriente desde 1684 hasta 1812. En 1691 se escribe que de este puente sale el camino para la ciudad de Tepeaca (por Cuauhtinchán).
En 1699, por iniciativa del alcalde mayor Juan José de Veytia Linaje (1699-1722), se fabricó el puente "de gruesas vigas, con su reparo de empedrados", de manera que duró hasta 1743, cuando se arruinó, lo mismo que el puente de S. Francisco. Recompuesto, se destruyó dentro de 3 meses, y quedó así hasta 1770. Entonces al maestro herrero Roque Jacinto de Illescas (véase C. Illescas) se empeñó a reedificarlo, recolectando subsidios entre los vecinos. Mientras tanto, se construyó, en 1775, como substituto el Puente de Ovando. Otra vez (o todavía) estaba arruinando el puente en 1806, lo que se colige de una petición del cura de Analco, en que pondera "la urgencia de la proyectada reedificación del Puente de Analco, en que pondera “la urgencia de la proyectada reedificación del Puente de Analco, pues ya se había continuado su total ruina con las aguas, ahogándose dos hombres, y más de la vuelta que tenían que dar hasta el Puente de Ovando, con el riesgo de que les quitaran los paños, las estropeaban, sin que pudiera aprehenderse a los ladrones, por la facilidad que había de arrojarse al río”. Provisionalmente se hizo, antes de 1835, “un paso muy estrecho sobre vigas”, y en 1838 el Ayuntamiento acordó reponer “el Puente Quebrado de Analco, que amenaza ruina”. Por lo tanto no es extraño que le llamen Puente Caído en el padrón de 1835, y Puente Quebrado en 1839.
En 1846, se hizo la bóveda sobre los estribos del Puente”.
A la cuadra la titulan Calle del Puente Quebrado en 1830, 1847, en la Lista de 1850, en 1852 y 1868 (véase C. Mata; el mismo nombre de una calle en México data de 1712).
La denominación de Puente de Analco se usa ya en 1745, y Calle del Puente de Analco se lee en todos los planos.
Sólo en un padrón de Analco de 1792 se pone al puente el nombre de Morales, pues en la segunda casa desde el puente, después Plazuela de Analco núm. 4 y entonces conocida por de la Meya y Tata (papá) Tomasito, tenía Juan Ignacio Morales una herrería, que en 1832 perteneció a su hijo, el padre del pintor don Francisco.
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